Nuestro compañero Martín, desde latitudes africanas, nos rescata un famoso artículo de prensa escrito por Ramón Martínez en 2004. Os lo dejo aquí para que disfruteis ya que mucho tiene que ver nuestro ala - pivot en tal hazaña.
Era la temporada 96-97 y se disputaba la Liga júnior en la provincia de Sevilla. Entonces, igual que ocurre ahora, había un equipo en la ciudad que desde antes de empezar las competiciones ya se sabía campeón. Era, obviamente el Caja San Fernando, que desde infantiles a júnior arrasaba a todos sus rivales en la provincia. Sin embargo, aquel año, ya desde principio de temporada, se hablaba de que se había formado un equipo en la ciudad capaz de plantar cara al todopoderoso Caja.
Se trataba del Real Círculo Labradores, que, efectivamente, confeccionó un equipo de auténtico lujo. Contaba con un base de calidad extraordinaria (Jesús Domínguez), un alero alto –1,99– de condiciones físicas impresionantes (Paco Holgado), y tres jugadores interiores que llegaban a los 2 metros y que intimidaban al más valiente de los penetradores (David Cabeza, 2,01; Fran Fernández, 2,00, y Daniel Ankatche, 1,98). El resto del equipo era un grupo de jugadores altos y fuertes, que acompañaban a la perfección a los titulares, todos nacidos en el año 1979, y que han jugado o aún juegan en la Liga EBA.
A priori, parecía claro que la lucha final por el título de Liga se lo disputarían el Caja y el Labradores, y todo hacía pensar que su camino hasta la final sería un auténtico paseo militar. Además, el premio extra para los dos finalistas era la participación en el Campeonato de Andalucía júnior, que por primera vez acogería a los dos primeros clasificados de cada provincia.
Es de imaginar que la ilusión del resto de equipos participantes en la Liga aquel año era enorme, por poder disputar ese campeonato andaluz como segundo clasificado. Sin embargo, ya desde los primeros partidos de la competición, se cumplieron los pronósticos y pudimos comprobar que, quitando al inaccesible Caja San Fernando, el Labradores tenía un verdadero equipazo.
Y es aquí donde realmente empieza la historia. En la otra punta de la ciudad había un equipo humilde, el Club Sevillano de Baloncesto, que por aquel entonces daba sus primeros pasos en el baloncesto de la ciudad, y que ya el año anterior, con su equipo júnior consiguió colarse entre los seis mejores. Sin embargo, los jugadores más sobresalientes de aquella plantilla habían cumplido su ciclo júnior y abandonaron el equipo. El panorama era desalentador allá por el mes de septiembre cuando, entre calurosas carreras, se trataba de formar una plantilla al menos digna para afrontar la competición.
Se formó un equipo de 10 jugadores y 2 cadetes que subían al júnior, en el que ningún jugador alcanzaba el 1,90, y cuyos dos pívots medían 1,84 y 1,87, respectivamente. Con este inconveniente no quedaba otra fórmula que luchar al máximo cada encuentro y confiar los partidos al talento y las ganas de ganar.
El problema es que aquel equipo tampoco andaba sobrado de talento, y sólo cabía destacar a un escolta muy atlético y potente, Antonio Mora-(1,83 metros); los dos pívots, peleones pero excesivamente bajos, Juan Ziena (1,87) y Martín Mbomío (1,83), y servidor, un base de 1,80 con alguna aptitud que otra. El banquillo, casi inexistente y falto de calidad y centímetros. Donde sí que había mucha calidad era en el banco, ya que su joven entrenador, Miguel Martín, de 23 años, sabía sacar lo mejor de sus chicos, y todos aprendimos muchísimo a su lado.
Empezó la temporada, y el Club Sevillano comenzó ganando. La verdad es que jugábamos un baloncesto muy atractivo, en el que imponíamos nuestro juego exterior, y luchábamos cada balón. Las victorias se sucedían, a veces por méritos nuestros y otras veces por la poca entidad de algunos rivales.
Llegamos sin perder a la segunda fase, en la que se formaron dos grupos de cuatro equipos cada uno, de los que los dos primeros jugarían las semifinales a ida y vuelta. Quedamos encuadrados en el grupo del Caja San Fernando, por lo que nos quedaba aspirar a la segunda plaza de grupo. En el otro grupo, Labradores y Náutico eran favoritos. El primer partido, en campo del Caja, perdimos por 30. Os aseguro que no estaba tan mal, ya que había equipos que habían perdido hasta por 80. Ganamos el resto de partidos, y la última jornada de la segunda fase nos enfrentamos al Caja en nuestro campo. El partido lo perdimos, pero fue por un solo punto, y por una canasta de ellos ¡en el último segundo! Rozamos la gloria con los dedos, pero aquel partido nos subió la moral a tope.
Por tanto, las semifinales estaban servidas. Caja San Fernando y Labradores habían cumplido su objetivo y quedaron primeros de grupo. Náutico y Sevillano también, y parecía que su papel en la Liga estaba a punto de terminar.
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