Daba igual cómo y dónde. El partido ante los utreranos fue apático y con falta de ritmo. Sin tomar distancias en el marcador, iban corriendo los minutos y la tensión iba creciendo. El árbitro y la mesa no ayudaron a paliar las dudas. Más tensión a un encuentro que se llenó de interrupciones. Ni un minuto seguido de juego. Cerca de dos horas de partido y todos pendientes de la guillotina de los tiros libres. Minuto final eterno con distancias entre el punto y los cuatro. Finalmente Cupié tuvo oportunidad de empatar el partido con empate y el aro escupió el balón.
En este partido, aunque sin disputar ni un minuto, volvió el gran capitán, es decir, yo. Por fin puedo ponerme en calzonas e intentar ayudar al equipo. En esta ocasión el partido no estaba para cagarla y prefiero la pizarra y ayudar desde el banco y estar pendiente de la mesa y de esos segundos de cortesía. Esos segundos inventados por una nueva regla que no llego a comprender. Ya lo explicaré en algún programa de Desde el Perímetro, porque el tema cansa.
En otro orden de cosa. Volvimos a contar con 9 jugadores en pista. Sigo sin comprender como un equipo de 15 fichas tenga en sus problemas. Y porque hay señores que se cruzan Andalucía para estar los findes. Chapeau por ellos. Pero es pan para hoy y hambre para mañana.
Balance 5-3 y una victoria de ventaja entre nosotros y Cupié. Uno de los dos equipos que vamos a luchar por esas plazas finales.
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